
Los profesionales de la salud no siempre han utilizado guantes y mascarillas para realizar cirugías, incluso operaban vestidos con ropa de calle o con una bata en quirófanos sin ninguna limpieza, dado que no tenían conciencia de la existencia de gérmenes patógenos que provocaban infecciones en los pacientes. No fue hasta finales del siglo XIX cuando comenzaron a introducir algunas medidas de protección como lavarse las manos y rociar los quirófanos e instrumental con fenol, producto efectivo pero algo tóxico que les provocaba dermatitis y eccemas, poniendo en peligro su trabajo en las salas de operaciones.
Fue una historia de amor la que derivó en el descubrimiento de los guantes protectores de goma que hoy nadie contempla no utilizar en cualquier intervención. En 1889 el doctor neoyorkino William Stewart Halsted, uno de los pioneros de la cirugía moderna, fue nombrado jefe y profesor de cirugía del nuevo hospital de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. Halsted estaba especialmente obsesionado con la higiene y exigía a todo su equipo que desinfectara los instrumentos y lavara sus manos antes de cada operación. Los productos químicos que utilizaban, especialmente el ácido carbónico, causaron grandes daños en las manos de una de sus principales enfermeras, Caroline Hampton, de la cual Halsted estaba perdidamente enamorado.
El temor a perderla como compañera de quirófano le llevó a investigar cómo protegerla. Así, en 1890 decidió encargar a la empresa Goodyear, fabricante de goma y caucho —hoy famosa por sus neumáticos— unos guantes lo suficientemente finos y ajustados para poder trabajar pero que aguantaran la esterilización a altas temperaturas. El resultado fue un éxito pero no solo porque desaparecieron los problemas de su amada enfermera, sino que con el tiempo se comprobó que los guantes, además de proteger la piel de los cirujanos, reducían notablemente la transmisión de gérmenes. Sin saberlo, Halsted había conseguido uno de los más importantes avances en la historia de la sanidad: los guantes estériles de quirófano.
En estos inicios eran de material plástico pero años después se implementaron los guantes de nitrilo libres de polvo y en 1965 el australiano Ansell Rubber —fundador de una de las mayores empresas fabricantes de guantes protectores industriales y médicos— introdujo en el mercado los primeros guantes de látex desechables para cirugía esterilizados con rayos gamma, basándose en la técnica para hacer preservativos. En la actualizad, debido al aumento en casos de alergia al látex entre profesionales de salud y en la población general, se fabrican con otros materiales como vinilo, nitrilo o neopreno.10
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