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EL BLOG DE LA CLÍNICA

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Foto del escritorDoctora Rodríguez Muñoz

Origen y evolución del hilo dental


En muchas ocasiones hemos hablado en este blog de la inquietud que, desde el inicio de los tiempos, ha tenido el hombre por su salud bucodental. Sabemos que las civilizaciones prehistóricas ya utilizaban diferentes elementos para conseguir mantener su boca limpia y sana —también alineada y reluciente— gracias a los materiales hallados en yacimientos arqueológicos de diferentes épocas y culturas. Entre otros datos conocemos que algunos utilizaban palillos y objetos puntiagudos para eliminar los restos de comida y el sarro acumulado entre los dientes a modo de hilo dental.


Si el primer cepillo de dientes como hoy lo concebimos no apareció hasta que fue confeccionado por un emperador chino en 1498 —colocó cerdas de pelo de cuello de puerco salvaje en un mango de hueso—, el hilo dental no surge hasta principios del siglo XIX. Fue mérito del doctor Levi Spear Parmly, un dentista de Nueva Orleans (Estados Unidos), que recorría el mundo trabajando en el control y prevención de enfermedades concienciando sobre la necesidad de mantener una estricta higiene bucodental. En 1815 comenzó a recomendar a sus pacientes la utilización de un hilo fino de seda para limpiar la zona entre las piezas dentales a las que no accedían con el cepillo.

Dado que este hilo se vendía en unos carretes poco manejables y había que cortarlo con navaja, en 1870 el arquitecto Asahel Shurtleff contribuyó a facilitar su uso patentando el primer dispensador: una bobina con la punta en forma de U que funcionaba como una diminuta mano de metal que guiaba el hilo entre los dientes.


Su utilización se extendió tanto que en 1882 la empresa Codman and Shurtleff Company de Massachusetts comenzó a comercializar un hilo dental de seda y le siguió la compañía Johnson&Johnson de Nueva Jersey que en 1898 logró la patente para fabricar hilo dental con el mismo material de seda usado por los médicos para las suturas. Posteriormente, el nailon sustituyó a la seda como material de confección por su textura consistente, su resistencia al deshilachado y su capacidad elástica, lo que además posibilitó la evolución del hilo con cera en la década de 1940 y de la cinta dental en 1950.

Con el paso de los años la variedad de tipos de hilo dental se ha ampliado utilizando materiales como el Gore-Tex y el teflón o polipropileno, además de diferentes texturas más esponjosas y suaves, incluso añadiéndoles cera y sabor y existiendo la opción de contar con extremos rígidos para ayudar a limpiar alrededor de los brackets de las ortodoncias u otros aparatos dentales.


Gracias a este descubrimiento actualmente es posible conseguir una limpieza dental más completa pues permite evitar la acumulación de sarro entre los dientes que puede ocasionar graves problemas de salud como las caries, el mal aliente o la gingivitis. Los dentistas consideramos que debe ser parte de la rutina de higiene bucodental diaria tras cada comida.

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